WITTGENSTEIN, LUDWIG
Los fragmentos escritos, no publicados hasta ahora, del gran filósofo austríaco ofrecen la ocasión de rastrear las relaciones tensas de Wittgenstein con la religión y con los valores culturales de la civilización humana. El primero de los textos de este volumen es una anotación, semejante a las de un diario de una vivencia (-sueño) nocturna del año 1922; el otro, es un fragmento de una carta que presumiblemente escribió en el año 1925 a su hermana Hermine. La relación de Wittgenstein con la fe resultó siempre discrepante: por una parte, la asimilaba a algo oscuro- no sólo misterioso, sino temeroso-, que se manifiesta en el sentimiento de una total exposición a un poder divino, a un juez estricto, supremo, tal como Dios aparece en el Antiguo Testamento, y que podía exigir de él lo más extremo. Por otra, la fe significaba para Wittgenstein algo positivo, lleno de luz, la luz propiamente, el símbolo de la transparencia, verdad, espiritualidad pura, a las que aspiraba también en su filosofar: así como la fe parece prometer la redención de miserias internas en la vida personal, en el esfuerzo por la solución de problemas filosóficos se la asimila a iluminación.
Ludwig Wittgenstein nace en Viena en 1889 y muere en Cambridge en 1951. Cultivó la amistad con Bertrand Russell, George Edward Moore y John Maynard Keynes. Desde 1939 a 1947, con interrupciones, fue catedrático de filosofía en Cambridge. Entre otras obras suyas cabe destacar: Tractatus logico-philosophicus (1922) e Investigaciones filosóficas (1953).