GARCÍA MELERO, JOSÉ ENRIQUE
La arquitectura del Renacimiento ha servido, y aún hoy sirve, tal y como su precedente artístico en la antigüedad grecorromana cuyo lenguaje actualizó y recreó, de referencia histórica y de medida para la teoría y la práctica arquitectónicas, posteriores al siglo XVI, en la cultura occidental. Motivó tendencias cíclicamente ortodoxas con sus propuestas y otras más heterodoxas, de un mayor o menor alejamiento de sus principales postulados. La mayoría de estas últimas acabaron finalmente por retornar a un cierto orden clásico, pero asumido ya con otros matices diferentes. Además, el estudio del arte del Renacimiento ha sido objeto de encuentros y hasta de desencuentros historiográficos y, sobre todo, de experimentos metodológicos por parte de varios de los más destacados historiados del arte, como Wöllflin, Gombrich, Antal, Panofsky, Blunt...
Los principios de racionalidad, funcionalidad, uniformidad, y universalismo, basados en el estudio científico de naturaleza, las matemáticas, la geometría y la óptica, constituyeron la base teórica de la arquitectura del Renacimiento. Se ideó una arquitectura que tuvo como referencia al cuerpo humano, y realizada por y para el hombre, que se proyectaba y construía por medio del empleo metódico de la simetría, del estudio de las proporciones, de la unidad entre la totalidad y cada una de sus partes... para alcanzar la firmeza, la comodidad y la belleza.