LE BRETON, DAVID
La disolución mediática del mundo genera un ruido ensordecedor, una equiparación generalizada de lo banal y lo dramático que anestesia las opiniones y blinda las sensibilidades. El discurso de los medios de comunicación posterga el juicio reflexivo a favor de una voz incontinente y sin contenido. Y, sin embargo, esta saturación lleva a la fascinación por el silencio. Kafka lo decia a su manera: "Ahora, las sirenas disponen de una arma todavía más fatídica que su canto: su silencio".
Reinvindicar el silencio en nuestros días se convierte así en algo provocador, contracultural, que contribuye a subvertir el vacuo conformismo y el efecto disolvente del ruido incesante. El silencio puede asumir entonces una función reparadora, eminentemente terapéutica, y venir a alimentar la palabra del discuros inteligente y la escucha atenta del mundo.