LACHAPELLE, DAVID
David LaChapelle es conocido internacionalmente como fotógrafo, director de documentales y artista de video. Su estilo colorido, fluido y extrovertido está lleno de sensualidad, fantasía y aventura sombría, está repleto de imágenes populares logrando así comunicarse con un público amplio y variado. Sus imágenes han aparecido en las portadas de las principales revistas de moda y de entretenimiento del mundo, y el propio LaChapelle ha jugado un rol fundamental en la promoción de marcas de prestigio como Diesel, Nokia, Tommy Hilfiger, entre otras. Ha fotografiado a cientos de celebridades, siempre mostrándose provocativamente y por lo general en la desnudez totoal o parcial. Aunque audaz, la desnudez en estas fotografías no es porque tenga la intención de sorprender y escandalizar. Incluso en sus fotografías comerciales, LaChapelle combina la crítica del método de mercadeo, que vuelve objetos a todos quienes participan en su código, incluyendo al público objetivo ( tanto del producto comercializado como de la fotografía como objeto ), e inclusive al propio fotógrafocomo quien crea el señuelo del esquema de ventas. Cuando fotografió a la rapera Lil Kim para la campaña de Louis Vuitton, los logotipos de la compañía quedaron impresos como sella en la oscura piel de su cuerpo desnudo, cubriendola de pies a cabeza. Así creó un atractivo promotor de ventas, al mismo tiempo que colocó a la cantante, así mismo, al público espectador, y a los potenciales compradores como parte de la expresión responsable de la mercantilización del cuerpo femenino. La "urgente demanda de la marca", la cacería de los artículos de diseño de moda, el obsesivo cuidado del cuerpo en un intento de parecerse al de las figuras que se ven en las pasarelas o en las ceremonias del Oscar, todos estos rituales como un medio para adquirir un estatus social, hacen que el cuerpo se transforme en una etiqueta y que la figura humana se convierta en un espacio para la publicidad. LaChapelle no santifica la faceta erótica con el fin de satisfacer el instinto del voyeur o la curiosidad de un público de espectadores y fans, él prefiere celebrar la libertad de utilizarla precisamente parra liberar la representación del cuerpo, especialmente el femenino, del contexto pornográfico, de la intervención equivocada, y desde la inevitable asociación de la desnudez con el pecado, o la asociación mecánica de la pasión y la lujuria con la gratificación sexual, el abuso y la humillación.